dijous, 3 de juny del 2010

MUNDO CLASICO.COM

Madrid, 26/05/2010. Auditorio Sony de la Fundación Albéniz. Cuartetos Valentia, Arriaga, Brahms, Albéniz y Oscar Esplá. Profesor: Heime Müller. W. A. Mozart, Cuarteto K 156. J. Haydn, Cuarteto op 20 nº 2 y Cuarteto 0p 74 nº 3 ‘El Jinete’. R. Schumann Cuarteto 0p 41 nº 2. D. Shostacovich, Cuarteto nº 9 op 117. Ciclo ‘Da Camera’ del IIMCM. Asistencia: 90%


¡Inusitado, por infrecuente! Es así que resulta sumamente gratificante ver desfilar a cinco cuartetos de cuerda diferentes, formados por jóvenes alumnos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, tocando con gran calidad y ofreciendo un programa de cinco obras de las cuales solamente una pertenece al gran repertorio: las demás apenas se escuchan en las salas de conciertos, a pesar de su innegable calidad. De los quince violinistas/violistas, nueve son de nacionalidad española, todo un record en el cultivo del cuarteto un tanto abandonado en los conservatorios por los pobres resultados, particularmente en materia de afinación, lo que a su vez es atribuible a la obsoleta pedagogía de cuerdas que padecen la gran mayoría de los principiantes: eso, luego, ya no tiene remedio, y he ahí las consecuencias. Los que actuaron esta velada tuvieron suerte, y un análisis de sus respectivos inicios en la andadura del instrumento echará más luz sobre lo que acabo de señalar. Pero veamos lo que nos ofrecieron los cinco grupos que trabajan últimamente -entre ellos hay grupos que ya colaboran desde 1995- bajo la experta tutela del Prof. Heime Müller.

Cuarteto Valentia: Anaïs Pérez y María Krohn, violines, Sara Fernández, viola y Mon-Puo Lee, violoncello: W.A.Mozart Cuarteto K 156 (no K157, como reza equivocadamente el programa). Tiene tres movimientos, Presto / Adagio / Tempo di minueto, y fue escrito en 1772, a la edad de dieciseis años. Con buen criterio, los intérpretes tocaron todas las repeticiones indicadas, porque a pesar del lenguaje aún sencillo, ya se advierten novedades formales y efectos contrastantes, que una repetición facilita comprender. El primer movimiento se caracteriza por el empleo de un motivo obstinado, o sea, una figura repetitiva de dos semicorcheas seguidas de dos corcheas: una especie de leitmotiv que hace de tema pero también de figura acompañante, lo que ilustra la sabiduría del joven Mozart. Y en cuanto a sonoridad, el Trío del último movimiento explora la yuxtaposición del dúo viola/violoncello con los dos violines. La versión fue de excelente calidad, tanto técnica como sonora, y mereció los aplausos del público.

Cuarteto Arriaga: Elena Rey y Cristina Ortiz, violines, Ewelina Bielarczyk, viola, y Ferrán Bardolet, violoncello: F .J. Haydn Cuarteto op 20 nº 2. Esta obra fue compuesta en 1772, el mismo año en que nació la obra tocada anteriormente, y es el 32º de los 83 que compuso. En 1772, Haydn casi le doblaba en edad al joven Mozart, y esto se nota: es sencillamente, música más madura y si bien prevalecen los 4 movimientos de rigor, Haydn se toma la libertad de enlazar el segundo (Adagio) con el tercero (Menuetto/Allegretto), recurriendo en ambos a unos pasajes en unísono que pasan del dramatismo a lo agresivo. Desde el Moderato inicial, me gustó el sonido que el conjunto produjo. Ayudó sobre todo la sonoridad historicista del violoncello: eso dio un clima auténtico a lo que escuchamos. El último movimiento, ‘Fuga a quattro soggetti’ se basa en temas de escalas descendientes, y luego ascendentes, compuesto con una maestría difícilmente superable. No nos debe sorprender que, más adelante, Mozart le dedicara seis cuartetos a su “maestro” Haydn: programando estos dos cuartetos del mismo año 1772 que acabamos de oír nos lo ilustró de forma clara. La versión, repito, fue excelente, estilísticamente adecuada, con prístina afinación y fraseo impecable y cosechó aplausos agradecidos.

Cuarteto Brahms: Marina Peláez y Pablo Nuñez, violines, Inés Picado, viola y Pedro Peláez, violoncello: R. Schumann Cuarteto op 41 nº2. Schumann escribió tres cuartetos, reunidos en este op 41 del año 1842. El primero y tercero pertenecen al gran repertorio, mientras que este segundo es casi desconocido. El motivo: la relación input/output es negativa: mucho trabajo para una música muy bien hecha pero que no deja rastro. Ninguna melodía para tararear después de escucharlo. Por eso fue una excelente idea programarlo, a pesar de las ingentes dificultades técnicas que para su ejecución hay que superar, cosa que el Cuarteto Brahms logró de manera admirable. Sobre todo, el Scherzo y el Presto final exigen del primer violín proezas casi virtuosísticas, y por ello, esta obra no se oye casi nunca. Hay que felicitar a los cuatro instrumentistas que nos ofrecieron una versión brillante y técnicamente pulida: el público lo supo apreciar y aplaudió con ganas.

Después del intermedio, le tocó el turno al Cuarteto Albéniz, integrado por Alma Olite y Nelly Guevara, violines, Hindenburg Leka, viola y Pablo Ferrández, violoncello. Nos tocaron el célebre Cuarteto ‘El Jinete’ de F. J. Haydn 0p 74 Nº3, que es también el 74º de su colección. Tiene los cuatro movimientos de rigor, y es uno de los más conocidos del compositor. Lo escribió en 1793, entre sus dos visitas a Inglaterra: su época más fructífera e inspirada. La versión que escuchamos fue modélica y de alto nivel: los cuatro jóvenes músicos se integraron magníficamente, y cuando tuvieron que afrontar algún solo, sonaron con convicción y aplomo. Una versión a nivel internacional. Quisiera destacar la riqueza dinámica del Largo assai, desde un ppp hasta un cantabile precioso, y los unísonos del tercer movimiento, de limpieza perfecta. Felicitaciones, que el público expresó con aclamaciones de viva voz y aplausos prolongados.

Cuarteto Oscar Esplá: Eszter Stankowsky y Matej Osap, violines, Ivan Podyachev, viola, y Maksym Dyedikov, violoncello: D. Shostakovich Cuarteto nº 9 op 117. Compuesto en 1964, es también uno de sus cuartetos que menos se programa, y su escucha fue, por tanto, doblemente interesante. Tiene cinco (o cuatro) movimientos, pero se toca sin solución de continuidad. El Adagio central deja sitio, en el medio, a un Allegretto pero que retorna a ese Adagio. La obra se inicia con un Moderato con moto y termina con un Allegro. Es música seria, triste, dramática y solo tiene algunos pasajes rítmicos, irónicos, como casi siempre en la obra del ruso. Hacia el final las cosas arrecian como si quisiera decirnos que hay que sobreponerse a las amarguras de la vida y salir triunfante. Pues triunfante salió el conjunto Oscar Esplá de esta tarea, nada fácil, de darle vida a esta obra casi desconocida. Y salieron plenamente airosos, cosechando prolongados aplausos.

Una escuela capaz de albergar cinco conjuntos de la calidad que acabábamos de apreciar es, sin duda, excepcional, única en España y comparable solamente con unas pocas en el mundo entero. Es un orgullo y placer que esto suceda aquí en Madrid, y que lo podamos disfrutar en la excelente acústica de la sala Sony. La labor del maestro Müller, la inteligente programación, todo ello merece los más efusivos aplausos.
Este artículo fue publicado el 03/06/2010

1 comentari:

C.Bardolet i Casas ha dit...

m'agradaria molt poder-vos sentir en un concert d'aquests. Encara que hagi de vestir-me d'etiqueta. Pels comentaris que he sentit és de gran qualitat. El que no sé imaginar és a que es refereix la crítica quan diu que el Xelo va donar-hi una sonoritat "historicista". però he deduït que debia ser bo i bonic.
Enhorabona i ànims.
Des de sa roqueta